Pese a ubicarse en el corazón de Estados Unidos, las montañas Ozarks constituyen una de las regiones más desconocidas fuera del país y más ignoradas – algunos dirán deliberadamente – dentro de él. Originalmente poblada por inmigrantes escoceses, irlandeses y alemanes a comienzos del siglo 19, su aislamiento geográfico produjo una cultura al margen de la aventura fronteriza de los demás colonos, pero también del gobierno central y sus leyes.
Hoy, hablar de los Ozarks es hablar de pobreza (su ingreso promedio son 22 mil dólares al año), un individualismo típicamente estadounidense aunque carente del optimismo infantil de ese mismo discurso político, y una cultura de relatos orales y baladas traídas desde el otro lado del Atlántico que perduran intactas al son del banjo y el violín en este enclave, uno de los paisajes más majestuosos de Norteamérica.
Dada su reputación, es difícil pensar que los Ozarks puedan generar a un escritor que trascienda la literatura regional y cuya obra reclame un espacio en el imaginario estadounidense que la misma región jamás ha tenido. Durante un cuarto de siglo, Daniel Woodrell se ha hecho ese espacio. Primero con una aceptación crítica que sin embargo no se reflejaba en ventas, pero últimamente mediante esa credibilidad que genera el ser descubierto por mucha gente al mismo tiempo: críticos, otros escritores, Hollywood y, por supuesto, nuevos lectores.
La primera novela de Woodrell que leí fue Give Us a Kiss (Danos un beso), subtitulada por el mismo autor como un «country noir». La etiqueta lo ha perseguido desde entonces, pese a que el intento de amalgamar el género negro con el lado más crudo del Estados Unidos rural no captura la riqueza del universo de Woodrell. Detrás de esa anomia en que se mueven sus personajes, methheads, campesinos y gente que intenta escapar de los Ozarks solo para terminar volviendo, se encuentra un mundo que siempre ha sido parte del país y sin embargo le resulta tan extraño al mainstream como sus enemigos de turno en Medio Oriente.
Give Us a Kiss es la quinta novela de Woodrell y la primera que sitúa en los Ozarks de Missouri. La historia de un escritor que regresa a la región en busca de su hermano fugitivo de la justicia me introdujo a un mundo que se repite a lo largo del país. Una vida de existencias precarias, a un sueldo o una enfermedad de distancia del colapso económico, a una palabra o un malentendido de distancia de un desenlace inevitablemente violento.
Woodrell es más conocido por los largometrajes inspirados en sus novelas: la fascinante y a la vez opresiva Winter’s Bone, nominada al Oscar a la mejor película el 2011, y el Western revisionista Ride With the Devil (Cabalga con el diablo), dirigida por Ang Lee. El hallazgo de Woodrell ha permitido a cientos de miles de lectores y espectadores conocer un mundo y con el descubrir y redescubrir a muchos otros autores que lo han descrito con maestría, nombres como Larry Brown (Amor malo y feroz), Harry Crews (Cuerpo), Barry Hannah (Como almas que lleva el diablo *), Breece D’J Pancake (Trilobites), Scott Wolven (Fuego controlado), Donald Ray Pollock (Knockemstiff) y otros notables aún sin traducir como Bonnie Jo Campbell (finalista del National Book Award por su desgarradora colección American Salvage), Chris Offutt (más conocido actualmente por sus guiones para la serie de HBO, Treme), William Gay y Pinckney Benedict.
Si algún editor quiere seguir invitando a sus lectores a mirar por la ventana que han abierto Pollock o Brown, no se va a equivocar si adquiere los derechos de los autores que menciono y, como no, de las obras de Woodrell.
(*) Una buena introducción a Hannah es este artículo de Juan Forn.
Muy interesante tu artículo. Un abrazo